Frondoso y Oscuro (Relato en castellano)

El cielo rojo me mira. Me llama. Insiste en que me despierte.

Abro los ojos.

El cielo es azul pero no puedo verlo, apenas lo intuyo allá arriba, entre las ramas de un bosque frondoso y oscuro. No recuerdo que hago aquí. No recuerdo nada. No se quien soy. Tumbado sobre mi espalda, miro hacia arriba buscando una luz que no consigue atravesar esos brazos ramificados y cubiertos de hojas. No se que árboles son. No me parecen familiares. Decido incorporarme y siento un fuerte dolor en el costado. El muslo derecho también me duele mucho y debo tener un golpe en la frente, porque me palpita como un corazón a punto de ser arrancado del pecho. No se quien soy.

Oigo el murmullo de un río y algunas voces de pájaros que llegan desde lejos, en todas direcciones. Por encima de todo oigo el viento, que escapa constantemente, poniendo en el ambiente una nota de silencio y desolación. Puedo andar, con dolor, pero puedo andar más o menos normalmente. Tengo la sensación de que no debo esperar. Tengo que hacer algo, pero no se que es, ni a donde dirigirme para averiguarlo. Si al menos recordase mi nombre quizá podría ir engranado recuerdos, podría reconstruirme poco a poco, pero nada viene a mi memoria, ni siquiera algo tan básico como un nombre. La pendiente del terreno me empuja hacia el fondo del estrecho valle. Los murmullos del agua se acercan, sugiriéndome una esperanza liberadora, la promesa de una revelación que me permita elevarme y salir de este paraje inhóspito y perdido. El reflejo de mi rostro en el cauce del río podría revelar los recuerdos que se agolpan en mi cerebro buscando una salida que no aparece, recuerdos encerrados en mazmorras oscuras, cuyas únicas llaves están apiñadas en el bolsillo de un carcelero dormido. ¿Por qué se habrá dormido el carcelero? Sería una borrachera descomunal. Quizá ha sido algo peor. Quizá lo ha matado una turba levantada en armas, una horda revolucionaria que tras arrasar el castillo ha salido a la calle a celebrar la victoria, olvidando a miles de presos que se pudren en lo más profundo, justo antes del incendio.

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Resto Frondoso y oscuro